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PERÚ SINDICAL

¡OTROS OCTUBRES VENDRÁN!

Declaración Política del XIV Congreso del Partido Comunista Brasileño

Rio de Janeiro, octubre de 2009

 

Nacimos en 1922 y traemos marcadas las heridas de la experiencia histórica de nuestra clase, con sus errores y aciertos, victorias y derrotas, tragedias y alegrías. Es con esta legitimidad y con la responsabilidad de aquellos que luchan por el futuro que presentamos nuestra opiniones y propuestas a los trabajadores  brasileños.                       

Los comunistas brasileños, reunidos en Rio de Janeiro, en los días 9 a 12 de octubre, en el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista Brasileiro (PCB), evaluamos que el sistema capitalista es el principal enemigo de la humanidad y que su continuidad representa una amenaza para la especie humana. Por eso, no queda nada más que una salida: superar revolucionariamente el capitalismo y construir la sociedad socialista, como proceso transitorio para la emancipación de los trabajadores, en la sociedad comunista.

Una de las principales manifestaciones de los límites históricos del capitalismo es la actual crisis económica mundial, que reveló de manera profunda y didáctica todos los problemas estructurales de ese sistema de explotación de un ser humano por otro: sus contradicciones, debilidades, capacidad destructiva de riqueza material y social  y su carácter de clase. En cuanto los gobiernos capitalistas inyectan mil millones de dólares para salvar a los banqueros y especuladores, los trabajadores pagan la cuenta de la crisis con desocupación, retirada de derechos conquistados y profundización de la pobreza.

Incluso heridos por la crisis, los países imperialistas realizan una gran ofensiva para intentar recuperar las tasas de lucro y contener el avance de los procesos de lucha popular que se vienen realizando en varias partes del mundo. Promocionan guerras contra los pueblos, como Irak y Afganistán, arman Israel para amenazar la población de la región y expulsar los palestinos de sus tierras. En Latinoamérica desarrollan una política de aislamiento y sabotaje de los gobiernos progresistas de la región, con la reactivación de la IV Flota y la transformación de Colombia en una gran base militar de Estados Unidos. Toda esa estrategia objetiva amenazar Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y hasta países cuyos gobiernos no se disponen a promocionar grandes cambios sociales, como es el caso de Brasil, todo para garantizar el control de las extraordinarias riquezas del continente, entre ellas el Pre-Sal, la Amazonia, la inmensa biodiversidad y el Aquífero Guarani.

La escalada de violencia del imperialismo en contra de los pueblos, agravada por la crisis del capitalismo y por su necesidad de saquear las riquezas naturales de los países periféricos y emergentes acentúa la necesidad de los comunistas ponernos en el orden del día el ejercicio del internacionalismo proletario. Episodios recientes, como el intento de separatismo en Bolivia, los cobardes crímenes en contra la humanidad en la Faja de Gaza, el golpe en Honduras, las amenazas a Irán y a Corea del Norte se suman al permanente bloqueo inhumano a Cuba Socialista, a una década de maniobras con vistas al derrumbe del gobierno antiimperialista en Venezuela y a la ocupación de Irak y de Afganistán.

El PCB seguirá en Brasil con su consecuente solidaridad a los pueblos en sus luchas en contra el capital y el imperialismo, independientemente de las formas que las circunstancias determinen. El papel impar del PCB en la solidaridad a los pueblos en lucha se radica en su independencia política con relación al gobierno brasileño en su visión de mundo internacionalista proletaria.

La crisis demuestra de manera cristalina la necesidad de los pueblos de contraponer a la barbarie capitalista y buscar alternativas para la construcción de una nueva sociabilidad humana. En todo el mundo, con destaque para Latinoamérica, los pueblos vienen resistiendo y buscando construir proyectos alternativos basados en la movilización popular, buscando seguir el ejemplo de lucha de la heroica Cuba, que , que quedará en la historia como un marco de la resistencia de un pueblo contra el imperialismo.

Nosotros, comunistas brasileños, tenemos plena conciencia de nuestras inmensas responsabilidad en el proceso de transformación que se está desarrollando en Latinoamérica, no solamente por el peso económico que Brasil representa para la región, sino también teniendo en cuenta que vivimos en un país de dimensiones continentales, donde reside el más grande contingente de clases obreras latinoamericanas. Nos consideramos parte activa de ese proceso de transformación e integrantes valientes de la lucha por el socialismo en Latinoamérica y en todo el mundo.

En ese escenario, el Estado brasileño ha jugado un papel decisivo en el equilibrio de fuerzas continentales, pero en la perspectiva de la manutención del orden capitalista y no de los cambios en el camino del socialismo. Teniendo como objetivo central la inserción de Brasil entre las potencias capitalistas mundiales, el actual gobierno, en algunos episodios, contraría ciertos intereses del imperialismo estadounidense. Sin embargo, estas posturas puntualmente progresistas buscan crear un tercer polo de integración latinoamericano, de naturaleza capitalista. Es decir, ni ALCA, ni ALBA, pero sí el liderazgo de un bloque social-liberal, en alianza con  países del Cono Sur, dirigidos por fuerzas que se comportan también como una “izquierda responsable”, confiable a los ojos del imperialismo y de las clases dominantes locales, contribuyendo, en la práctica, a profundizar el aislamiento de aquellos países que eligieron el camino de la movilización popular y del enfrentamiento.

El respaldo institucional a algunos gobiernos más de izquierda en Latinoamérica ha sido funcional a la expansión del capitalismo brasileño, que se propaga por todo el continente, donde empresas de origen brasileño se comportan como cualquier multinacional. Como el objetivo central es la inserción de Brasil como potencia capitalista, el gobierno de Lula no duda en adoptar actitudes imperialistas, como comandar la ocupación de Haití para garantizar un golpe de derecha, castigar diplomáticamente a Ecuador para defender una empresa brasileña o promover ejercicios militares con tiro real en la frontera con Paraguay, para defender a los latifundistas brasileños de la soja delante del movimiento campesino del país vecino y mantener condiciones leoninas en el Tratado de Itaipú.

El capitalismo brasileño es parte del proceso de acumulación mundial e integrante del sistema de poder imperialista en el mundo, resaltándose que las clases dominantes brasileñas están umbilicalmente ligadas al capital internacional. La burguesía brasileña no disputa su hegemonía con ningún sector pre capitalista. Al contrario: su lucha se vuelve fundamentalmente en la disputa de espacios dentro del orden del capital imperialista, aunque se mantenga subordinada a esta, incluso en el sentido de evitar la posibilidad de un proceso revolucionario, en el cual el proletariado despunte como protagonista.

A pesar de que aún faltan condiciones subjetivas - sobre todo en lo que se refiere a la organización popular y a la contra hegemonía al capitalismo - entendemos que la sociedad brasileña está objetivamente madura para la construcción de un proyecto socialista: se trata de un país en el cual el capitalismo se tornó un sistema completo, monopolista, capaz de producir todos los bienes y servicios para la población. Una sociedad en que la estructura de clases está bien definida: la burguesía detiene la hegemonía económica y política, el control de los medios de comunicación y el aparato estatal, mientras las relaciones asalariadas ya son mayoritarias y determinantes en el sistema económico. Se formó, así, un proletariado que se constituye en la principal fuerza para las transformaciones sociales en el país.

Desde el punto de vista político e institucional, Brasil posee superestructuras típicamente burguesas, en pleno funcionamiento: existe un ordenamiento jurídico establecimiento, reconocido y legitimado, con instituciones igualmente consolidadas en los diferentes campos del Estado, o sea, en el Ejecutivo, en el Legislativo y en el Judiciario. Se formó también una sociedad civil burguesa, enraizada y legitimada, que consolidó la hegemonía liberal burguesa, mediante un proceso que se completa con poderosa hegemonía en la información, la organización de la enseñaza, de la cultura, elementos que mejoran  y  fortalecen la dominación ideológica del capital en el país.

Por tanto, bajo todos los aspectos, el ciclo burgués ya está consolidado en Brasil. Estamos frente a una formación social capitalista desarrollada, terreno propicio para la lucha de clases abierta entre la burguesía y el proletariado. De un lado, está el bloque conservador burgués, formado por la alianza entre la burguesía monopolista asociada al capital extranjero y aliada al imperialismo, la burguesía agraria con el monopolio de las finanzas, además de otras fracciones burguesas que permean el universo de la dominación del capital.

Esta hegemonía del bloque conservador adquirió mayor legitimidad para implantar las políticas de gobernabilidad necesarias a la consolidación de los intereses del gran capital monopolista, con la captura de un sector político, representante de la pequeña burguesía y con ascendencia sobre importante parte de los trabajadores, una vez que se tornaba esencial neutralizar la resistencia de estos y de las camadas populares, a través de la captación de parte de sus instituciones y organizaciones.

Del otro lado, está el bloque proletario, hoy sometido a la hegemonía pasiva conservadora. Aunque resistiendo, se encuentra robado de su autonomía e independencia política, y acaba por servir de base de masa que sostiene y legitima una política que no corresponde a sus reales intereses históricos. Constituido especialmente por la clase operaria, principal instrumento de la lucha por las transformaciones en el país, por el conjunto del proletariado de la ciudad y del campo, por los movimientos populares y culturales anticapitalistas y antiimperialistas, por sectores de la pequeña burguesía, de la juventud, de la intelectualidad y todos los que quieran formar parte de las filas del bloque revolucionario del proletariado, en busca de la construcción de un proceso para derrotar la burguesía y sus aliados y construir la sociedad socialista.

El escenario de la lucha de clases en el ámbito mundial y sus manifestaciones en nuestro continente latinoamericano, el carácter del capitalismo monopolista brasileño y su profunda articulación con el sistema imperialista mundial, las características de nuestra formación social como capitalista y monopolista, la hegemonía conservadora y su legitimidad por la alianza de clases de centro derecha, los resultados de este dominio sobre los trabajadores y las masas populares en el sentido de la precarización de la calidad de vida, desempleo, creciente concentración de la riqueza y flexibilización de derechos nos llevan a afirmar que el carácter de la lucha de clases en Brasil inscribe la necesidad de una ESTRATEGIA SOCIALISTA.

Son esas condiciones objetivas que nos permiten definir el carácter de la revolución brasileña como socialista. Afirmar el CARÁCTER SOCIALISTA de la revolución significa decir que las tareas colocadas para el conjunto de los trabajadores no pueden ser realizadas por la burguesía brasileña, ni en alianza con ella. Estas tareas solo podrán  ser cumplidas por un gobierno del Poder Popular, en la dirección del socialismo. El desarrollo de las fuerzas materiales del capitalismo en Brasil y en el mundo permite ya la satisfacción de las necesidades de la población mundial, pero está en plena contradicción con la forma de las relaciones sociales burguesas que acumulan privadamente la riqueza socialmente producida, cuyo proseguimiento amenaza la producción social de la vida, la naturaleza y la propia especie humana.

La forma capitalista se volvió antagónica a la vida humana. Para sobrevivir, el capital amenaza la vida; por tanto, para mantener la humanidad debemos superar al capital. Llegó la hora, por tanto, de crear las condiciones para la revolución socialista.

En las condiciones de aumento de la lucha de clases en nuestro país, las luchas específicas chocan con la lógica del capital. La lucha por la tierra no encuentra como adversario el latifundio tradicional, sino al monopolio capitalista de la tierra, expresado en el agro-negocio. La lucha de los trabajadores asalariados choca con los intereses de la burguesía, acostumbrada con las tasas de lucro exorbitantes y a la dictadura en el interior de las fábricas. La lucha ecológica choca con la depredación del medio ambiente, promovida por el capital. Las luchas de los jóvenes, de las mujeres, de los negros, de las comunidades quilombolas, indios, inmigrantes y migrantes chocan con la violencia del mercado, sea en la desigualdad de rendimientos, en el acceso a servicios elementales, a la cultura y a la enseñanza, porque el capital precisa transformar todas las necesidades materiales y simbólicas en mercadería para mantener la acumulación, amenazando la vida y destruyendo el medio ambiente.

La definición de la estrategia de la revolución como socialista no significa ausencia de mediaciones políticas en la lucha concreta, ni es incompatible con las demandas inmediatas de los trabajadores. Sin embargo, la estrategia socialista determina el carácter de la lucha inmediata y subordina la táctica a la estrategia y no el inverso, como formulan equivocadamente algunas organizaciones políticas y sociales. Por el contrario, los problemas que afligen a la población, como bajos salarios, vivienda precaria, pobreza, miseria y hambre, mercantilización de la enseñanza y del atendimiento a la salud, la violencia urbana, la discriminación de género y etnia, son manifestaciones funcionales al orden capitalista y a la sociedad basada en la explotación. La lógica de la inclusión subalterna y de la ciudadanía rebajada acaba por contribuir con la supervivencia del capital y la continuidad de la opresión.

Lo que impide hoy la satisfacción de las necesidades más elementales de la vida en nuestro país no es la falta de desarrollo del capitalismo. Al contrario, nuestras carencias son producto directo de la lógica de desarrollo capitalista adoptado hace décadas bajo el mismo pretexto, de que nuestros problemas serían resueltos por el desarrollo de la economía capitalista. Hoy, la perpetuidad y el agravamiento de los problemas que nos afligen, después de generaciones de desarrollo capitalista, son la prueba que este argumento es falso.

Por lo tanto, nuestra estrategia socialista ilumina nuestra táctica, torna más claro quiénes son nuestros enemigos y nuestros aliados, permite identificar a cada momento los intereses de los trabajadores y los de la burguesía y entender cómo las diferentes fuerzas políticas concretas actúan en el escenario inmediato de las luchas políticas y sociales. Ese posicionamiento también busca sepultar las ilusiones reformistas, que normalmente llevan desorientación al proletariado, y educarlo en el sentido de que solo las transformaciones socialistas serán capaces de resolver sus problemas.

En Brasil, nuestro partido trabaja en la perspectiva de constituir el Bloque Revolucionario del Proletariado, como instrumento de aglutinación de fuerzas políticas y sociales antiimperialistas y anticapitalistas para realizar las transformaciones necesarias a la emancipación de los trabajadores. Nuestro objetivo es derrotar el bloque de clase burgués y sus aliados que, incluso con disputas y diferencias internas, imponen la hegemonía conservadora y buscan a todo costo desarrollar la economía de mercado, mantenida la subordinación al capital internacional, al mismo tiempo en que alejan los trabajadores de la disputa política, imponiendo un modelo económico concentrador de renta y ampliador de la miseria, que busca de forma permanente criminalizar los movimientos populares, la pobreza y a todos aquellos que osan levantarse contra la hegemonía del capital. Para consolidad el poder burgués y legitimarlo, colocan toda la máquina del Estado al servicio del capital.

Por eso mismo, no hay ninguna posibilidad de que la burguesía monopolista, en todos sus sectores y fracciones, participe de una alianza que va más allá del horizonte burgués y capitalista. Eso significa que nuestra política de alianza debe materializarse en el campo proletario y popular. La alianza  de clases capaz de constituir el Bloque revolucionario del Proletariado debe fundamentalmente estar estructurada entre los trabajadores urbanos y rurales, los sectores medios proletarizados, sectores de la pequeña burguesía, las masas trabajadoras precarizadas en sus condiciones de vida y trabajo que componen la superpoblación relativa. Eso significa que nuestra táctica debe ser firma y amplia. Al mismo tiempo en que no hay alianzas estratégicas con la burguesía, todo aquel que se coloque en la lucha concreta contra el orden del capital será un aliado en nuestra lucha, de la misma forma que aquellos sectores que se presten al papel de serviciales subalternos del orden, se colocarán en el campo adversario y serán tratados como tal.

La principal mediación táctica de nuestra estrategia socialista es, por tanto, la creación de las condiciones que coloquen a los trabajadores en la lucha, a partir de sus demandas inmediatas, en la dirección del enfrentamiento con las raíces que determinan las diferentes manifestaciones de la explotación, de la opresión y de la injusticia, o sea, el orden capitalista.

Así, estamos proponiendo y militando en el sentido de la formación de un frente de carácter antiimperialista y anticapitalista, que no se confunda con mera alianza electoral. Un frente que tenga como perspectiva la constitución del Bloque Revolucionario del Proletariado como un movimiento rumbo al socialismo.

La constitución del proletariado como clase que desea el poder político y procura ser dirigente de toda la sociedad es un proyecto en construcción y no existen fórmulas listas para hacerlo efectivo políticamente. Como todo en proceso de formación, la constitución de ese bloque exige que el PCB y sus aliados realicen un intenso proceso de unidad de acción en la lucha social y política, de forma que cada organización establezca lazos de confianza en el proyecto político y entre las propias organizaciones.

Reafirmamos la necesidad de conformación de la clase trabajadora como clase y, por tanto, como partido político, no por la afirmación dogmática, arrogante y pretenciosa de conformación de vanguardias autoproclamadas, sino por la inaplazable necesidad de contraponer al orden del capital –unitario y organizado por su estado y cimentado en la sociedad por su hegemonía- una alternativa de poder que sea capaz de emancipar toda la sociedad bajo la dirección de los trabajadores.

Sabemos que este es un momento marcado por una enorme fragmentación y dispersión de las fuerzas revolucionarias, que corresponde objetivamente al momento de defensiva que se abatió sobre los trabajadores, pero también creemos que, en cuanto el proletariado se coloque en movimiento, romperá con la pasividad propia de los tiempo de reflujo e inicie una acción independiente como clase portadora de un proyecto histórico, que es el socialismo, las condiciones para la unidad de los revolucionarios serán nuevamente posibles.

 

Desde el XIII Congreso, el PCB viene manteniéndose en la oposición independiente al gobierno de Lula, por entender que este gobierno trabaja esencialmente para mantener y fortalecer el capital, restando a la población solo algunas migajas como compensación social, por medio de programas que canalizan votos, institucionalizando la pobreza y subordinando la satisfacción de las necesidades sociales al crecimiento de la economía capitalista, verdadera prioridad del gobierno.

El gobierno actual se ha ajustado por la asociación de partidos políticos y movimientos sociales, buscando amortecer e institucionalizar la lucha de clases, desmovilizando y debilitando a los trabajadores en su lucha contra el capital. Las antiguas organizaciones políticas y sociales, que nacieron en el seno de las luchas de fines de los años 70, se transformaron en partidos y organizaciones del orden, aunque guarden referencia sobre la clase y abriguen militantes que equivocadamente, algunos de manera sincera, todavía buscan mantener o rescatar lo que resta de postura de izquierda. De esta forma, estas organizaciones acabaron por perder la posibilidad histórica de realizar el proceso de cambios sociales en el país. Se transformaron en organizaciones ficticias, base de sustento de un gobierno que, viniendo del campo de izquierda, disputó las elecciones con una propuesta de centro izquierda, disputó las elecciones con una propuesta de centro izquierda, construye una gobernabilidad de centro derecha y acabó por implementar un proyecto que corresponde, en esencia, a los intereses del gran capital monopolista, aproximándose mucho más a un social liberalismo que a una social democracia.

Es necesaria, por eso, una reorganización de los movimientos populares, especialmente del movimiento sindical. El PCB trabajará por la reorganización del sindicalismo clasista y por la unidad de los trabajadores, a través del fortalecimiento de su corriente Unidad Clasista y de la Intersindical (Instrumento de Lucha y Organización de la Clase Trabajadora), actuando en esta para recomponer el campo político que la originó y ampliarlo con otras fuerzas clasistas. La función principal de la Intersindical es la de ser, a partir de la organización y de las luchas en los locales de trabajo, un espacio de articulación y unidad de acción del sindicalismo que se contrapone al capital, apuntando a la construcción, sin acomodamiento ni acuerdos de cúpula, de una amplia y poderosa organización intersindical unitaria, que esté a la altura de las necesidades de la lucha de clases. En ese sentido, el PCB reitera la propuesta de convocación, en el momento oportuno, del Encuentro Nacional de la clase Trabajadora (ENCLAT), como consolidación de este proceso de reorganización del movimiento sindical clasista.

También trabajaremos con ahínco para la organización del movimiento juvenil, especialmente por el rescate de la Unión Nacional de los Estudiantes como instrumento de lucha y de acción política de la juventud, como fue a lo largo de su historia. Pero la reconstrucción del movimiento estudiantil brasileño no se dará a través de la mera disputa por los aparatos y cargos en las organizaciones estudiantiles, tales como la UNE, la UBES y demás. Será necesaria la incisiva actuación de los comunistas en las entidades de base, en las escuelas y universidades, para que el movimiento estudiantil retome su actuación protagonista en las luchas por la educación pública emancipadora y por la formación de una universidad popular, capaz de producir conocimiento al servicio de la clase trabajadora y contribuir con la consolidación de la contra hegemonía proletaria. O sea, el movimiento estudiantil brasileño precisa ser rescatado de su letargo para asumir el papel de organizador de la juventud que quiere luchar y construir el socialismo en Brasil.

Procuraremos desarrollar también lazos entre todos los movimientos populares, en la resistencia cotidiana de los trabajadores en sus barrios y locales de trabajo, de forma que se establezca una relación más estrecha con la población pobre y los trabajadores en general, ayudándolos a organizarse para la lucha.

La lucha por la tierra en Brasil choca directamente con el orden capitalista que debe ser enfrentada, no solo para garantizar el acceso a la tierra sino para el cambio profundo del modelo de desarrollo agrícola contra la lógica mercantil, monopolista e imperialista del agronegocio. La alianza de clases necesaria a la construcción de una estrategia socialista para Brasil pasa por la unión entre los trabajadores del campo y de la ciudad, de los pequeños agricultores y asentados en la lucha por un Poder popular comprometido con la desmercantilización de la vida y el fin de la propiedad, empeñados en la construcción de una sociedad socialista. El Movimiento de los Trabajadores sin Tierra (MST) cuenta con nuestra irrestricta solidaridad y nuestra sociedad, en su necesaria articulación con el movimiento sindical, juvenil y popular.

El PCB se empeñará también en la creación de un amplio y vigoroso movimiento que vaya a las calles a exigir, a través de un plebiscito y de otras formas de lucha, una nueva Ley del Petróleo, que contemple la extinción de la ANP, el fin de las subastas de las cuencas de petróleo, la retomada del monopolio estatal del petróleo y la REESTATALIZACIÓN DE LA PETROBRAS (como empresa pública y bajo control de los trabajadores), de forma que se preserve la soberanía nacional y asegurar que los extraordinarios recursos financieros sean usados para la solución de los graves problemas sociales brasileños y no para fortalecer el imperialismo y dar más lucros al gran capital.

De la misma forma, daremos importancia especial al frente cultural, estrechando los lazos con artistas e intelectuales. Desde siempre el arte que se identifica con el ser humano es también la que denuncia la deshumanización del capital y del orden burgués. Desarrollando un trabajo contra la mercantilización del arte y del conocimiento, en la resistencia a la masacre impuesta por la industria cultural capitalista, el PCB apoyará la lucha en defensa de la plena libertad de producción artística, intelectual y cultural y por la creación de amplios espacios para las manifestaciones artísticas y culturales populares, como parte inseparable de nuestra lucha por la emancipación humana.

Debido al carácter fundamental de la participación de intelectuales comprometidos con la lucha por la emancipación del proletariado y por la hegemonía ideológica, política y cultural, el PCB jugará un gran peso en la tarea permanente de formación, perfeccionamiento y actualización teórica y política de sus militantes y en relación con intelectuales que detienen la misma perspectiva revolucionaria.

Nuestro Partido ha realizado un intenso esfuerzo en el sentido de transformarse en una organización leninista, capaz de estar a la altura de las tareas de la Revolución Brasileña. Realizamos, el año pasado, la Conferencia Nacional de Organización, en la cual reformulamos el estatuto, cambiamos el concepto de afiliado por el de militante, reforzamos la dirección colectiva y el centralismo democrático. Estamos desarrollando un trabajo de construcción partidaria a partir de las células, en los locales de trabajo, vivienda, enseñanza, cultura y ocio, con el criterio fundamental del espacio común de actuación y lucha, preferencialmente en los locales donde la población ya desarrolla su actuación cotidiana. El XIV Congreso Nacional coloca en un escalón superior la reconstrucción revolucionaria del PCB.

El PCB, como uno de los instrumentos revolucionarios del proletariado, quiere estar a la altura de los desafíos para participar de la historia de nuestra clase en la construcción de los medios de su emancipación revolucionaria. Más que desear ser una alternativa de organización para los comunistas revolucionarios, para los cuales las puertas del PCB están abiertas, queremos ser merecedores de esta posibilidad, por buscar trazar estrategias y caminos que tornen posible la revolución brasileña.

En PCB trabajará de todas las forma y empleará todos los medios posibles para contribuir con la derrota de la hegemonía burguesa en Brasil, visando socializar los medios de producción capitalistas y transferirlos para el Poder Popular, así como construir una nueva hegemonía política, social, económica, cultural y moral de la sociedad, de forma que la población brasileña pueda disfrutar plenamente de una nueva sociabilidad, basada en la solidaridad, en la cooperación entre los trabajadores libres y emancipados del yugo del capital. Por criar toda la riqueza los trabajadores tienen el derecho de usarla de acuerdo con sus necesidades, única forma de construir un nuevo ser humano y llegar a una sociedad sin clases y sin Estado: una sociedad comunista.

¡Viva el Internacionalismo Proletario!

¡Viva la Revolución Socialista!

¡Viva el Partido Comunista Brasileño!

XIV Congreso Nacional del PCB, Rio de Janeiro, octubre de 2009

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