Blogia
PERÚ SINDICAL

ANDAHUASI, PARTE DE COMBATE

ANDAHUASI, PARTE DE COMBATE

Informe Especial del diario La Primera

La suspensión de la orden de desalojo del directorio actual de Andahuasi y el reconocimiento del directorio por la Sunarp, provocaron un sentimiento de alegría y victoria en el pueblo de Andahuasi, que había resistido con firmeza, con los dientes apretados.


El plazo límite de la orden de desalojo del directorio de la empresa azucarera Andahuasi, elegido el 30 de abril de este año e integrado por una alianza estratégica entre los trabajadores accionistas y el Grupo Bustamante, vencía el viernes último, y los pobladores andahuasinos estaban preparados para defender lo que ellos consideran el patrimonio del pueblo: la planta azucarera. Desde hacía más de una semana, hombres, mujeres y niños se encontraban atrincherados en cada rincón de este centro poblado con la consigna única de impedir que el Grupo Wong, junto y su socio estratégico, el presidente del directorio de Andahuasi, Eduardo Núñez Cámara, les arrebate la azucarera. 

Sin embargo, el directorio quedó legitimado formalmente con la publicación de los nombres de los integrantes del directorio en la página web de la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp), ese mismo viernes, lo que ratificó la resolución 1513 del Tribunal Nacional Registral. Ante ello, al juez suplente Leoncio Bolaños Cusimayta, autor de la orden de desalojo, se quedó sin sustento jurídico y tuvo que emitir un dictamen para suspender su resolución anterior. La suerte de la última planta azucarera administrada por sus trabajadores del país estaba decidida: el pueblo de Andahuasi había vencido.


La “noche triste”

LA PRIMERA llegó a Andahuasi en la noche del jueves último, y pudo percibir el estado de tensión y malestar de los andahuasinos, que ya habían bloqueado con rocas enormes el puente de entrada al pueblo para evitar el ingreso de los vehículos policiales.

Precisamente, un piquete de pobladores se encontraba resguardando el puente Andahuasi al momento de nuestra llegada, mientras una veintena de efectivos estaban apostados en el otro extremo del puente, haciendo guardia. Los pobladores, en su mayoría, se encontraban abrigados con casacas y pasamontañas, además de portar linternas para guiarse en un puente que carecía iluminación.


Un centinela, que no quiso ser identificado, manifestó: “Nosotros nos mantenemos desde hace varios días acá para que no entren el Grupo Wong ni Eduardo Núñez Cámara (presidente del directorio). Ellos quieren entrar a la mala a apoderarse de la empresa. Aquí nadie tiene armas de fuego ni bidones de alcohol como dicen, sólo palos, machetes o hachas para defendernos”.

A su vez, el poblador Rufino Broncano (46) especulaba que el desalojo podría ser ejecutado a las 6 de la mañana del día siguiente, pero advertía que la población no se confiaba y hacía guardia para evitar ser sorprendida. “El Grupo Wong y Eduardo Núñez tienen sus matones en los sectores de Santa Rosa, Típico, La Pasuarina, entre otros. Ellos han dicho que tienen gente infiltrada en Andahuasi”, relató.

Tras pasar el puente, la entrada al pueblo es una carretera que parece estar resguardada por dos murallas naturales que, a su vez, dan la impresión de haber sido fortificadas a propósito gracias a la inspiración de un clarividente andahuasino que se adelantó al conflicto actual. Sin embargo, el dirigente Élver López aclara nuestra interrogante y asegura que la carretera se encontraba, hace años, sobre una elevación natural, pero la población decidió que la pista pase a través de la loma para ingresar directamente al pueblo, lo que dio a la vía ese paisaje tan singular.

Al llegar a la planta azucarera, observamos que está resguardada por decenas de hombres de seguridad de la empresa, que dejan ver sus armas de fuego sin ningún reparo. El jefe de Calderos de la planta, Andrés Castillo Cayetano, nos informa que el personal de seguridad está repartido en el interior y los alrededores de la azucarera. “Nosotros no tenemos la intención de incendiar la fábrica porque la estamos cuidando desde el principio. Hay más de dos mil personas resguardando en toda el área. Estaremos aquí hasta que se solucione todo el problema”, dice.

 
Asimismo, encontramos a un grupo de mujeres, perteneciente al Comité de Damas de Andahuasi, que conversan ante una olla común solidaria, al costado de la puerta principal de la planta. “Vamos a defender hasta con nuestra vida a Andahuasi. Mujeres, ancianos y niños. No vamos a permitir que el Grupo Wong y Eduardo Núñez nos roben”, dice Martha Herrara, la presidente de este comité.

 
Nada bueno se avecinaba, según el parecer unánime de la mayoría de andahuasinos.


La buena nueva

A la mañana siguiente, la noticia de la suspensión de la orden de desalojo es celebrada con algarabía y llanto por parte de los trabajadores, que -tras meses de angustia- podían sentir que la lucha desigual, entre un grupo de trabajadores accionistas y uno de los grupos económicos más poderosos e influyentes del país, no había sido en vano.

 
El director titular de Andahuasi, David Jiménez, en compañía de los integrantes del directorio, es el encargado de dar la buena nueva a los andahuasinos, en medio de gritos como: “Andahuasi no se vende, Andahuasi se defiende”, “Julián Chacón (trabajador asesinado), presente”, “Fuera los corruptos”, entre otros.

 
Uno de los más entusiastas con la noticia es el secretario titular de Andahuasi, Wilder Ruiz, quien muestra una copia de la partida Nº 40008706 de la Sunarp, en la que indica que los miembros del directorio actual están reconocidos por el Estado. “Lo que dice Wong es que quiere administrar; está bien, ellos pueden querer y yo también puedo querer el aeropuerto “Jorge Chávez”. Pero para eso hay que tener la legalidad. Los 50 millones están en un tema judicial. Nosotros no queremos dinero, lo hemos dicho bien claro. A nosotros nos han estafado, y esa estafa existe y se demuestra con documentos”, refiere.

 
Ruiz hace una invocación a la población, que se encuentra exaltada por lo presencia de -supuestamente- gente del Grupo Wong que merodea los cerros aledaños a Andahuasi, para que no responda con violencia ni bloque la carretera. “Sin esos 50 millones, el Grupo Wong tendría solo el 12%. Con ese porcentaje no se administra una empresa. Sólo con el 51%. Lo que dice Wong a la prensa es para malograrnos el hígado”, reflexiona.

 
Otro andahuasino que está emocionado por la noticia es “don Mácalo”, uno de los ex trabajadores accionistas que quedan aún de la época de la reforma agraria, decretada por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas de Juan Velasco Alvarado, cuando los cañaverales de Andahuasi fueron expropiados a favor de los campesinos. “En esa época no teníamos técnicos ni nada. Nosotros solos hicimos todo el trabajo y mira ahora cómo está”; dice.

 
El jefe del almacén central, Rogelio Rimarachín, celebra también el reconocimiento del directorio, y exige que la policía garantice la seguridad de sus compañeros. “Como ya se tiene inscrito el directorio, la policía debe garantizar el transporte de nuestro azúcar”, dice. A su vez, el representante de los trabajadores, Santos Baldeos asegura que la alianza con el Grupo Bustamante tiene su razón de ser en la necesidad de los trabajadores de estar respaldados para hacer frente al Grupo Wong, pero que la planta azucarera sigue siendo administrada por sus trabajadores como siempre.

 
Todos quieren opinar, todos quieren comentar, nadie quiere dejar de expresar sus sentimientos de felicidad. Andahuasi celebra su victoria, al menos, por el momento.

 
La marcha de despedida

Luego del anuncio de la suspensión del desalojo, el jefe de la Sétima Región Policial, Oswaldo Hernández, acompañado de una delegación de efectivos cruzó el puente, con la confianza de que no habría agresión en esta ocasión, para anunciar el repliegue de los custodios acantonados en las afueras de Andahuasi. Además, iniciaron una especie de marcha hacia la planta azucarera de Andahuasi y un recorrido a las calles del pueblo, junto con David Jiménez y una delegación de efectivos antimotines, mientras que eran vitoreados por el pueblo agradecido. “Nosotros también somos peruanos, solo que nosotros vestimos el sagrado uniforme de la patria y estamos para hacer valer las leyes y los mandatos judiciales”, enfatizó.


Antes de partir de Andahuasi, pudimos ser testigos de cómo los agentes del orden, quienes hasta hacía unas horas eran vistos como cómplices del Grupo Wong y los enemigos a enfrentar en el desalojo, se iban replegando, poco a poco. Los dos buses, los mismos que los pobladores aseguraban que fueron rentados por el Grupo Wong, con los cuales centenares de efectivos llegaron al distrito de Sayán para ejecutar el desalojo, se retiraban tal como habían venido. Al menos, esta vez, no hubo muertos que lamentar ni heridos que atender. 

Leonardo Caballero Textos
Roberto Gonzales Fotos
Enviados especiales

 

0 comentarios